LA VOCACIÓN
LA VOCACIÓN
La vocación es una disposición del ánimo a realizar ciertas tareas o sentirse atraído por ciertas tareas.
Esta disposición depende de algunos factores que vamos a enumerar a continuación:
En primer lugar debemos mencionar al temperamento que como ya sabemos es la predisposición innata a reaccionar de determinada manera.
Según el temperamento se puede tener una tendencia a ser más social, más colérico, más calmado o más melancólico.
Evidentemente estas tendencias innatas tienen su papel en el desarrollo de una vocación y hay que tenerlo en cuenta a la hora de analizarla.
Por otra parte, en la vocación interviene la capacidad intelectual y como es sabido hay muchas capacidades intelectuales y no solo una.
LA ACEPTACIÓN DE LA HUMANIDAD
La aceptación de la humanidad
La aceptación de la humanidad hace referencia a la necesidad que se manifiesta en un momento de la vida de tener que hacerle frente al hecho de que todo lo que aspirábamos a ser, de que todos nuestros ideales, de que todos nuestros proyectos profesionales, sociales y personales, no se van a cumplir en gran parte.
Esto quiere decir que vamos a tener que aceptar las limitaciones que nos va a imponer la experiencia y, por lo tanto, renunciar a gran parte de nuestros ideales, con la consabida frustración que eso acarrea.
Con la Iglesia hemos topado…. como dice el refrán.
La frustración es el gran tema, porque nos obliga a re adaptarnos a una nueva situación en la que necesariamente tenemos que aceptar los límites que nos impone nuestra condición de seres incompletos y vulnerables.
LA ILUSIÓN DE UNA EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA
LA ILUSIÓN DE UNA EXPERIENCIA EXTRAORDINARIA
La ilusión de una experiencia extraordinaria es un sentimiento muy presente en las personas de hoy en día.
Podríamos decir que es una novedad de la sociedad contemporánea.
En un pasado no muy lejano, el imperativo que sometía a las personas era el cumplimiento del deber y su observación por sobre todas las cosas era lo principal.
En la cultura actual, las cosas han cambiado. El imperativo del deber cedió su protagonismo indiscutido en la esfera personal y social al mandato irreprochable de buscar el placer extraordinario a toda costa. En muchos casos la búsqueda de tal experiencia llega a poner en riesgo la vida de aquellos que la experimentan.
La búsqueda de una experiencia extraordinaria se transforma muchas veces en un mandato que nos somete.
Todas las experiencias comunes de la vida cotidiana parecen palidecer ante el látigo de este sagrado deber.
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