La culpa en el tercer milenio tiene una causa diferente a la que tenia en los siglos XIX y XX. En esos siglos, la cultura imperante en la sociedad condenaba con violencia la falta de moderación en las costumbres.
Los valores y las normas alentaban el cultivo de la virtud y la moderación, condenando cualquier exceso de las pasiones.
Las exigencias de la vida en una sociedad civilizada imponía a los ciudadanos arduos sacrificios y grandes renuncias a sus deseos, en pos de un ideal de ser humano superior y virtuoso.
En ese contexto sociocultural, cualquier conducta que no respetara los principios morales imperantes era condenada haciendo caer sobre el responsable de la transgresión, todo el peso de la reprobación social.
La interiorización de esta reprobación social se traducía en un sentimiento de culpa que las personas experimentaban cuando se veían tentados de saltarse las normas o cuando efectivamente se las saltaban dando rienda suelta a sus deseos.
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