Potencia e impotencia son dos sentimientos opuestos que están presentes en todos nosotros. La proporción en la que los experimentamos determina nuestro mayor grado de bienestar o sufrimiento.
Si me siento potente para emprender un proyecto y lo llevo adelante y esa acción es coronada con el éxito me sentiré satisfecho y la potencia inicial se traducirá en un sentimiento de poder que se transformará en una fuente de satisfacción.
Si me siento inclinado al amor y efectivamente cultivo los vínculos afectivos y doy el amor que tengo a los demás en las formas del compañerismo, la amistad, la solidaridad y la relación amorosa de pareja.
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