El imperio de la imagen se ha consolidado en la sociedad actual adquiriendo unas características nunca vistas en la historia de la civilización.
Los hombres y mujeres y las personas transgénero en general hacen un culto de la imagen nunca antes visto en la historia.
La apariencia, la estética de los cuerpos, se agota en sí misma, sin trascender ni ser vehículo de inquietudes existenciales más profundas.
El culto de la imagen no aspira a otra cosa que la exhibición de un cuerpo que no trasciende los límites de lo carnal y que se regodea en la autopercepción de sus cualidades.
Se añade a esta aspiración estética la estandarización de las formas tanto en el rostro como en el resto del cuerpo.
El duelo de la enfermedad neurótica nos sale al paso casi desde el primer momento del tratamiento.
El duelo es un proceso psicológico con el que nos tenemos que haber en infinidad de situaciones de nuestra vida. A veces son micro duelos y otras duelos de mayor alcance y profundidad.
El duelo en la enfermedad neurótica
En esta ocasión, nos vamos a referir al duelo en la enfermedad neurótica
Suponiendo que hemos recurrido a la ayuda profesional, y suponiendo que hemos tenido el coraje de avanzar en la comprensión de los síntomas, y nos vemos en la difícil situación de afrontar nuestros deseos más oscuros, nuestras inclinaciones más reprimidas y todo aquello de lo que no podemos enorgullecernos ante el ideal que nos hemos construido acerca del tipo de persona que nos gustaría ser, he ahí una situación límite.
Llegados a este punto, al que denomino como una situación límite, el/la paciente debe tomar la difícil decisión de aceptar lo que verdaderamente es y emprender, con el nuevo conocimiento adquirido, un camino diferente al que había transitado hasta ese momento.
La insatisfacción de ser lo que soy es una frase con la que quiero remarcar un sentimiento que experimentamos casi todo el tiempo cuando pensamos en nosotros mismos.
De repente me pongo a pensar en que tengo un buen trabajo pero no tengo el tiempo libre que desearía. O quizás me sienta feliz de haber logrado obtener un titulo universitario, pero lamente haber tenido que sacrificar otras cosas importantes para lograr ese objetivo.
En un momento del día puedo alegrarme pensando en lo joven que soy y por la tarde entristecerme pensando en que ya soy viejo para algunas cosas y reflexionar sobre el paso del tiempo para acabar pensando en la brevedad de la existencia.
De repente puedo levantarme un día cualquiera y sentirme esplendido, simpático y encantador y al otro día experimentar tristes sentimientos de inseguridad y pesimismo.
En otros momentos y a veces de manera simultánea y mezclada tener la sensación del sin sentido de mi existencia y de la inutilidad de mis acciones junto con un sentimiento contrario de satisfacción y disfrute de los pequeños placeres cotidianos.
Ayuda Coronavirus. ¿Tenemos cita para ir al doctor?
Aunque no nos guste esperar, vamos sabiendo nuestra condición de pacientes, y cuando nos enfrentamos a la espera por algún retraso en el horario de nuestra consulta, es como si ya hubiéramos asumido el significado de su palabra en su sentido más primario.
Entonces nos ponemos a mirar una revista o el móvil. A esperar. Y somos pacientes con la situación.
Pero a veces se alarga tanto que las manitas del reloj parecen empezar a boicotearnos y nos empezamos a poner realmente nerviosos. Llega un momento en el que decidimos levantarnos y preguntarle a la secretaria del lugar, qué es lo que sucede.
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