La potencia versus la impotencia son las dos caras de una misma moneda que está siempre girando en la trama de la vida.
Todos y todas queremos ser potentes, queremos resolver con seguridad y con éxito todos los problemas que se nos aparecen en el camino.
Todos y todas tenemos ansias de poder y nos gusta sentir que controlamos las situaciones y que tenemos respuestas para los problemas.
Todos y todas nos regocijamos cuando ante las dificultades de la vida salimos airosos de situaciones difíciles gracias a nuestros recursos.
Que fantástico es el mundo cuando damos con las respuestas y hasta disfrutamos de las dificultades cuando entrevemos que existe la `posibilidad de resolverlas por nosotros mismos.
Los duelos son esas experiencias que tienen que ver con aceptar la pérdida de algo o de alguien que por la simple razón del paso del tiempo se produce en diferentes momentos de nuestra vida.
Los duelos, entonces, tienen que ver con el paso del tiempo y con el desarrollo de nuestra experiencia.
Un ejemplo claro es el de los sentimientos y las ideas que vamos adquiriendo según crecemos y las desilusiones a las que debemos enfrentarnos debido a nuestro desarrollo físico y cognitivo.
Así, mamá y papá, no van a significar lo mismo para nosotros a los cinco años, a los diez, a los quince, a los veinte y a los veinticinco.
Nosotros mismos nos vamos a tener que ir conociendo nuevamente según vayamos creciendo, y en ese aprendizaje vamos a tener que abandonar muchas formas de sentir y de actuar y recibir y aceptar nuevas maneras de afrontar las situaciones mas adaptadas a nuestro momento vital.
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