MI YO IDEAL
Uno de nuestros grandes problemas psicológicos es la diferencia que existe entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. A mayor distancia entre la realidad y el anhelo, mayor es el problema. Una buena autoestima y un buen auto concepto suelen ser buenos aliados para ayudarnos a gestionar la diferencia mencionada entre el ser que somos y el que aspiramos a ser.
Lo más importante es ser equilibrados y tomar nuestros objetivos como un ideal que no siempre podremos alcanzar en todas sus dimensiones. Porque quizás, nos vaya bien en el trabajo y logremos realizarnos en una profesión, pero, más difícil, es que también nos acompañe el amor y más complicado aún que la salud complete la trilogía. Siempre hay alguna de las tres variables que quiere cojear.
Pero aún en el caso de que disfrutemos de tener a las tres, debemos lidiar con ideales más sutiles como el de ser buenos padres o madres y de que nuestros hijos/as se ajusten a lo que nos gustaría para ellos o ellas o que nunca tengamos deseos egoístas y mezquinos. Sin hablar de la mentira y la traición, no sólo a los demás, sino a nosotros mismos, etc.
El ideal es muy complejo y en un momento u otro por alguna razón nos pasa facturas y no suelen ser baratas. Aceptar nuestras miserias intentando mejorarlas, suele ser mejor que negarlas para caernos bien a nosotros mismos/as.
Una vez que nos aceptamos con nuestros defectos y nuestras virtudes abrimos la posibilidad de mejorarnos a través de una percepción más ajustada de nosotros mismos y, sobre todo, a través de una auto observación más sincera y libre de prejuicios. Debemos aceptar que todo es mejorable y asumir que la experiencia vital es una constante oportunidad de superación personal.