La salud mental es el resultado de la búsqueda del equilibrio.
Para la búsqueda del equilibrio son muy importantes los referentes durante la infancia. Estos nos aportaran los nutrientes psicológicos necesarios que nos ayudaran a resolver los continuos desequilibrios a los que nos veremos expuestos durante el proceso vital.
Nuestra propias vivencias internas son una fuente de desequilibrio a la que nos enfrentamos en el arduo y fascinante camino de la vida. La ausencia de referentes importantes, como un papá, una mamá, un ser querido e importante, hará que en los momentos difíciles y confusos nos sintamos solos y desamparados.
Por el contrario, la presencia de esas personas tan queridas e importantes para nosotros, nos acompañará en nuestros pensamientos y nos aportaran con sus voces y su compañía, la tranquilidad de pensar junto con ellos nuestros problemas y de buscar soluciones con su ayuda.
La salud mental está condicionada por otros factores también, y eso es innegable. No podemos negar los episodios traumáticos como accidentes o los desengaños amorosos y la pérdida de un trabajo o incluso la llegada de una pandemia que nos altera de manera importante nuestro modo de vida.
Si bien es cierto, que todas estas cuestiones son causa de sufrimiento y desequilibrio, no es menos cierto que tolerarlas, asumirlas y superarlas, dependerá en gran parte de la calidad de los lazos afectivos que tuvimos en el pasado y de los que tenemos en el presente.
Por eso, siempre digo y sostengo, que el amor es el mejor antídoto contra la enfermedad. Porque aunque debamos hacer frente, en ocasiones, al mar embravecido de la vida, nuestro barco y su velamen estará en mejores condiciones de superar la tormenta si está construido con la fuerza del cariño y la comprensión de quienes han sido y son nuestros seres queridos.
La salud mental es el amor.