El trabajo con el paciente es arduo y en todos los casos avanza lentamente. Cualquier intento de acelerar el paso es infructuoso y al poco de andar uno se da cuenta que ir más rápido es negligente y sobre todo improductivo.
Avanzar con cautela
Así que, nuestro empeño por obtener resultados, debe adaptarse a las circunstancias del terreno, que en el caso de la psicoterapia, no es otra cosa que un berenjenal. De manera que si intentamos correr, lo más probable es que nos caigamos entre la maraña de obstáculos que nos salen al paso en todo momento.
El mundo real y el mundo percibido son mundos que están íntimamente relacionados por una relación de correspondencia pero presentan ciertas diferencias que los hacen únicos y distintos.
El mundo real es un mundo que se nos aparece a nuestros sentidos y nuestra inteligencia como algo dado e igual para todos.
Sin embargo, sabemos que si bien todos apreciamos los objetos individuales y sus características de una manera similar, aún así, no podemos evitar atribuirles ciertos significados de acuerdo con nuestra historia de vida única y particular.
¿ De manera que una misma situación puede ser sentida y entendida de manera distinta por distintas personas ?
La respuesta correcta sería que sí.
Eso no quiere decir que cuestionemos la ley de la gravedad o la atracción de los cuerpos o el conjunto de verdades de las ciencias exactas.
El mundo real es un mundo objetivo que ha sido objeto de la curiosidad científica durante miles de años y la humanidad se ha ocupado de extraer de su estudio conclusiones verdaderas e incuestionables.
Los sueños han sido a lo largo de la historia de la civilización una fuente de curiosidad y han estimulado el conocimiento sobre sus causas y consecuencias. Así, desde la antigüedad los sabios y los hombres comunes compartían el mismo interés por develar su enigma.
Esa preocupación histórica por el significado de los sueños me llamó la atención desde muy temprano y mi curiosidad intelectual se vio muy atraída por ese fenómeno tan enigmático y esquivo.
Por eso, el poder de atracción que la vida onírica tuvo siempre sobre mí, se basaba en el misterio que contenían sus símbolos, en la encrucijada que oponía al pensamiento racional y consciente y en la confusión de su apretado e irracional simbolismo aparentemente sin sentido.
Además, su principal atractivo, aparte de la originalidad creativa y de la estética tan poco respetuosa de las convenciones lógicas, era su lenguaje criptográfico y la necesidad de descifrar su sentido oculto, peculiaridad que siempre cautivó mi espíritu.
Esta breve introducción me sirve de preámbulo para anunciar mi actual desilusión al comprobar que mis pacientes no me cuentan sueños en la consulta.
¿ QUÉ HA PASADO CON LOS SUEÑOS ?
¿ Las personas ya no sueñan ? ¿ O será que sueñan pero los sueños han perdido el prestigio que solían tener ?
La guerra interna es una disputa entre inclinaciones del espíritu que adquiere la dimensión de un enfrentamiento violento. La consecuencia última de ese enfrentamiento, es la aparición de un yo bueno y un yo malo que no son otra cosa que el mismo organismo psicofísico pero dividido a causa del conflicto.
Es como si en un reino o un país estallara una guerra civil y el bando ganador expulsara a los perdedores o los obligara a someterse a su voluntad en nombre de la justicia y el bien común.
De esta manera, la convivencia se rompe y aunque todos son habitantes de ese reino o ese país, ahora hay vencedores y vencidos y la diversidad y complejidad propias de la sociedad se rompe y altera en adelante el equilibrio de fuerzas.
EL PEOR RESULTADO POSIBLE
El síntoma más evidente de este nuevo orden de cosas es la censura que se impone con mucho rigor sobre cualquier intento de alterar el orden establecido por los vencedores.
En el interior del universo mental de cualquier individuo sucede lo mismo que en la situación descrita. El universo simbólico de una persona se organiza en un discurso que intenta sostener el propio ser de acuerdo con un ideal y, por lo tanto, todo lo que cuestione o ponga en entredicho ese anhelo, será fuertemente censurado y apartado del discurso con el cual esa persona quiere identificarse.
Hay muchos momentos durante la sesión en la que el paciente se muestra vacilante y mientras relata algún síntoma se interrumpe diciendo que no se explica por qué le sucede eso, y en esos momentos es muy frecuente que utilice la expresión » no sé «.
No sé por qué me pasa esto. Simplemente me sucede y no sé por qué. Me gustaría evitarlo pero no puedo.
El » no sé » y la perplejidad
Lo que uno ve que le sucede al paciente es que está perplejo ante el desconocimiento de lo que le sucede porque en muchas ocasiones son cosas en las que no se reconoce o que le provocan vergüenza o pudor o, simplemente, perplejidad y asombro.
El » no sé » y la falta de ocurrencias
El otro » No sé «, también muy frecuente es el que aparece cuando el paciente no tiene nada que decir o, más bien, cuando al paciente no se le ocurre nada y entonces dice: No sé que decir. Y empieza a repetir como un loro no sé. Continuar leyendo «EL » NO SÉ » DEL PACIENTE EN LA SESIÓN»
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