BULLYING
Para comprender el fenómeno del bullying podríamos empezar por el análisis de la palabra que es de origen ingles.
Bull en inglés significa toro. Esta raíz de la palabra ya nos señala el camino para entender el tipo de relación que se establece. Hay una especie de embestida, de brutalidad y fuerza en donde uno tendría la potencia de un toro y el otro sería más débil.
Bully en inglés significa matón. Aquí seguimos identificando la brutalidad y la fuerza pero se agrega la cuestión de la intimidación y el acoso que ya nos indica una actitud humana que trasciende las intenciones que puede tener un animal.
Una víctima no… dos
La primera impresión en la situación de Bullying es que hay una víctima y uno o varios victimarios.
Esta apariencia es engañosa y se basa en que lo que vemos en la víctima del acoso es pasividad y en el victimario actividad.
Pero lo que no vemos es que la pasividad de la víctima es el resultado de una actitud, de un comportamiento que facilita la situación. Toda conducta es activa y la conducta pasiva es una forma de conducta que en su ejercicio provoca una respuesta en el acosador que no es otra que la de acosar.
El impulso de ser acosado y el impulso de acosar son los motores que definen la situación de Bullying.
Las carencias afectivas y los errores educativos siempre están presentes en la víctima y el victimario. Tanto uno como el otro padecen de una gran inseguridad y problemas graves de autoestima.
Por esa razón, la víctima que se siente insignificante se ve obligada a tolerar la intimidación y el acoso como una calamidad merecida y el victimario que también se siente poca cosa se ve obligado a dar la nota y ganarse con sus gamberradas la estima de sus amigotes.
Soluciones
Es necesario trabajar con la familia de la víctima y el acosador. Hacer visible el problema afectivo y de comunicación e introducir cambios en las relaciones familiares cotidianas que refuercen la autoestima y el respeto por los sentimientos, pensamientos y emociones de todos los implicados.
Los correctivos disciplinarios tienen que ser un recurso que forme parte de un programa de reeducación y nunca deben estigmatizar al agresor o agresores, sino que deben ser utilizados para prevenir consecuencias mayores.
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